viernes, 31 de julio de 2020

«No eres tan especial»



Hoy, tras denodado y redundante esfuerzo, mi partenaire suelta: 

—«No eres tan especial».

Algo terrible que manifiesta cierta edad, la evidente reducción de un brío y una hombría antaño excepcionales, y que dinamita y carcome (sonido) mi frágil superego. Como el águila que come el hígado a Prometeo, me levantaré todas las mañanas sabiendo que no soy tan especial, arrastrando de día un pensamiento que solamente durante el sueño, sin que llegue a entenderlo, se reconstruirá. Pero es que, además de ataque a mi autoestima, echa por los suelos mi diferencia y, si nos ponemos estupendos, mi capacidad rizomática («Gilles, Félix…») (sic). Poseído por el mantra maldito de mi vulgaridad, que soy normal y corriente como el que más, ¿para qué expresar nada cuando otros pueden hacerlo de manera igualmente interesante, incluso muchísimo mejor que yo? ¿Qué aporto yo que sea especial? 


«Haz tres respiraciones, céntrate en cómo entra el aire en tus pulmones y espira suavemente mientras te fijas en la sensación», me dice la vocecita. Apretando y to p’alante, Rosendo dixit. Hay que seguir adelante, claro que sí!, mientras caigo en la cuenta de que el Mindfulness recomienda andarse con cuidado con los “debes que” y “hay que” para prevenir el estrés. Pensamiento errante. Vuelta a las respiraciones. No permitas que los picores te distraigan. Te centras en ellos y, chas!, desaparecen. Potenciar la atención, el momento presente.


Ya está, control de ideas turbias y, aunque soy un ser normal, al mismo tiempo me siento especialísimo...no puedo dejar el Myfulness...