miércoles, 11 de agosto de 2021

La vocación se hace


El término según la RAE proviene del latín vocatio, -ōnis y significa «acción de llamar». Este mismo diccionario ofrece cuatro acepciones: Una relacionada con la inspiración divina y llamamiento a la religión; otra, similar, de convocación; una tercera incluye la advocación, vinculada al santoral y sus muy diversas protecciones pero también con la abogacía, y una cuarta enlaza con la inclinación a un estado, una profesión o una carrera. Además existe una locución verbal: «errar alguien la vocación» que significa “dedicarse a algo para lo cual no tiene disposición, o mostrar tenerla para otra cosa en que no se ejercita”.



Así, la palabra, se remonta al cristianismo y a la necesidad de devotos para propagar esta religión que se enfrentara a Roma. Es decir, se trata de un invento de unos dos mil años especialmente reescrito antes, durante y después de las cruzadas (S.XI-XII) para mantener y fortalecer el status quo de la Iglesia católica. O sea, que la cuestión místicoreligiosa se mezcla con la políticoterritorial. Ora et labora dijo San Benito de Nursia en el s.VI. Algo que la orden cisterciense tradujo en mucha disciplina y expansión. De esto se extrae, como establecieron en la vida occidental europea estos monjes en oposición a la vida supuestamente relajada de los cluniacenses, que la devoción implica trabajo. Si hubieran atendido a que un rayo de sol iluminara a toda su horda no se hubieran producido ni muchos de los desastres que Occidente arrastra consigo pero tampoco muchos de los avances de los que se vanagloria.


O sea, que el redil semántico del vocablo debe, indefectiblemente, abrirse a otros para que las cosas sean. Esta circunscripción no significa, por supuesto, que de entre cada camada no surjan seres más talentosos o más predispuestos que otros a una tarea. En cualquier caso, serían insuficientes. Por otro lado, ¿acaso esos genios no se nutren, como lo hacen los grandes pintores, del acervo cultural en el que lo sublime merodea con lo común y vulgar en el tiempo y el espacio? Por lo tanto, la sustancia que circunda a la vocación es amplia y diversa. Sin embargo, algunas profesiones se erigen en heroicas mientras otras son blanco de la ira popular. Como si algunas encarnaran la virtud y otras el vicio, no se tiene en cuenta quién ocupa la plaza ni su dedicación al trabajo, algo que no siempre se percibe con una claridad meridiana.


En manos de la rumorología y la osadía de la ignorancia, se da una sinécdoque a conveniencia donde la parte se toma por el todo. Un profesor/a jubilado a los sesenta años, aun cumpliendo con el requerimiento legal, es un/a vividor. ¿Qué sucede con los que trabajan en centros concertados con contratos reducidos y que tienen que cumplir con las expectativas clielentelares de familias muy exigentes y nada implicadas? ¿Y con los que trabajan en centros públicos donde las tasas de migrantes son elevadas? ¿Se trata de la misma vocación? ¿Se necesitan las mismas habilidades y conocimientos en todos los casos? ¿Siempre se ha precisado la misma predisposición? ¿Por qué no se recrimina de la misma manera una glorieta mal peraltada a un ingeniero, la mala educación de un empleado de banca, la explotación de un empresario o la dejadez de un operario?


Como apunta la misma acepción que incluye la tendencia profesional, la vocación también está relacionada con la “inclinación a un estado”. La RAE, escueta y prudentemente, no se mete en líos y lo deja ahí. ¿Pero qué significa? ¿Es este estado más importante, puesto que el diccionario lo sitúa en primer lugar, que la propia profesión? ¿Este estado es siempre el mismo, en el amor y en la adversidad? ¿Se puede trabajar este estado? ¿Cómo? Preguntas que contestan la psicología, las ciencias sociales o las religiones con mejores o peores argumentos. La mezcla e interconexión quizá ayudaría a entender al otro, persona ajena y monstruo interior.


Uno no cambia de la noche a la mañana. Quizá deba esforzarse por alcanzar algo inalcanzable y en ese esfuerzo probablemente resida cierta frustración porque no es tan sencillo modificar un ser como las malas lenguas y conciencias —quien sabe si vocacionales—, las mismas que atribuyen a la vocación un influjo divino, pretenden, de nuevo, a conveniencia. Las condiciones materiales y contextuales, además de volubles, sitúan a los individuos y determinan su acceso tanto a cosas materiales como inmateriales. La piedad y la compasión son importantes y necesarias.


Parece entonces que la “vocación” es una cuestión más compleja de lo que parece, más difícil de asir, más lejana a la doxa y que, tomando el símil de Simone de Beauvoir con la mujer, “la vocación se hace”. Deshacerse de prejuicios, empatizar, hacer y aprender de la experiencia, ceñirse al estudio y bloquear intrusiones descontroladas de terminología barata aderezan el cuerpo de Cristo. Amén.


Referencia

Los Diablos. “Un rayo de sol”. Un rayo de sol, Odeon 1969, https://www.youtube.com/watch?v=w92tpfwzMPU.



Viejos, vuestro

 

Para Herta Müller «L’àvia que canta viu sis anys més que el seu seny» («La abuela que canta vive seis años más que su juicio») (Pons 55).


Pero Alice Munro (Pons 58) discrepa,


D’ençà que s’havia establert la Seguretat Social, la gent no feia més que anar al metge i convertia la seva vida en un llarg drama d’hospitals i operacions, cosa que no feia sinó perllongar el període de ser una molèstia al final de la vida. («Desde que se instauró la Seguridad Social, la gente (mayor) no hacía más que ir al médico y convertía su vida en un encadenamiento de hospitales y operaciones que alargaba la molestia (para los demás) hasta el final»).


Sembles un pallasso”(Pons 37-61), historia de una hija extenuada que cuida a su madre mientras recuerda los desmanes de la anciana estando cuerda. La historia de una madre que pide un caballo y las tijeras “Munro”, en el segundo cajón de la derecha del bufete (mueble). Carré-Pons no esconde ser hija de carniceros.



Referencia

Carré-Pons, Antònia Com s’esbrava la mala llet. 2ª reimp. Club Editor, 2018.