domingo, 3 de enero de 2021

Alzar el vuelo

 

Heimat, la otra tierra (Edgar Reitz, 2012)


Heimat (patria) es un cuento en el que Jakob (Jan Dieter Schneider), hijo de herrero (Rüdiger Kriese) y mujer sacrificada (Marita Breuer), enseña quechua a Jettchen (Antonia Bill), de quien se enamora por aquello de cruzar algunas palabras. Pero en la fiesta de la vendimia ella es seducida por Gustav (Maximilian Scheidt), hermano de Jakob, que la deja embarazada en un tris. Se casan mientras Jakob pasa un tiempo entre rejas y tras la muerte de su niña, Matilde, deciden emigrar a una tierra prometida más exigente que generosa. Jakob se quedará en el pueblo con los padres, la herrería y la bella Florinchen (Philine Lembeck).


Heimat es la historia de un mundo dividido en clases, de miseria, hambre y escasez; de restricciones emocionales, de pérdidas humanas y de dolor asumido porque Dios así lo quiere aquí en la tierra. Es la crónica de la emigración alemana y de irlandeses, italianos, suecos y otros muchos de Hunsrück (Renania) a Brasil; de la incipiente revolución industrial en Prusia. Es un relato rural pocos años antes de la publicación del Manifiesto Comunista de Marx y Engels y de que estallara la Revolución de 1848. Es la aventura mental de un lector subrepticio que bajo el influjo de las exploraciones de von Humboldt en América del Sur sueña con un paraíso también aquí en la tierra.


Reitz, que integra el elenco de directores (Kluge, Schlöndorf, Fassbinfer, Herzog, Wenders, etc.) y productores del Nuevo Cine Alemán que surgió en los años sesenta, da con una fórmula cautivadora y sin estridencias. Entre la nostalgia del tiempo pasado y la transformación de la comunidad, Heimat es fotografía (Gernot Roll) en blanco y negro con la rareza esporádica del color; recreación entrañable pero cruda de un modo de vida extinto en nuestra latitud donde abundan los planos corales de personajes que se cruzan atareados, cargados de pesos o de camino a la iglesia. Es una poesía susurrada y envuelta por música alienante (Michael Riessler); es adicción a pesar de sus tres horas y media; es la posibilidad de volar y de crecer aquí y allá.