domingo, 6 de septiembre de 2020

Babylon Berlin, se masca la tragedia

Babylon Berlin (Temporadas 1 y 2) (Tom Tykwer, Achim von Borries y Henk Handloegten, 2017)




Gereon Rath (Volker Bruch) es un policía de Colonia que es trasladado a Berlín al Departamento de costumbres por un asunto moral turbio relacionado con películas pornográficas, stag films, protagonizadas por altos cargos políticos —pedigrí para Pedro J.—. En la capital de la República de Weimar (1919-1933) se cuece de todo y de una manera menos sosegada que en París. Desenvoltura sexual pero también suspicacia, charlestón, arte (diseño, teatro, pintura), psicología, desarrollo técnico e ingeniería, corrupción, miseria, drogas, prostitución, comunismo, nazismo y gansterismo configuran un cóctel muy explosivo y poco moderado que, como se sabe, desembocó en el ascenso de Hitler al poder en 1933 y la 2ª Guerra Mundial. 

Gereon arrastra una historia personal que compagina con este ambiente turbulento, drogas para amortiguar los temblores heredados de su paso por la Gran Guerra, un compañero rudo, nazi y conspirador, Bruno Wolter (Peter Kurth), y una chica menuda pero espabilada y encantadora, Charlotte Ritter (Liv Lisa Fries). La trama se caracteriza por la bidireccionalidad, del tren y del oro, y la inestabilidad, de Gereon y de la situación. Solo se cita a Hitler una vez, a pesar del Putsch de Múnich (1923), y solo una vez aparecen los camisas pardas y no muy convencidos de lo que hacen, pero el destino ya se vislumbra en la figura de Kurt Seegers (Ernst Stötzner), personaje inspirado en Ludendorff. Sin embargo, aunque la derrota y el rencor estaban sembrados desde el Tratado de Versalles (28 de junio de 1919), la trama huye del derrotismo y se aferra a la democracia y a la esperanza en un toma y daca constante en la 2ª temporada entre el Consejero Benda (Matthias Brandt) Seegers, Gereon y Wolter, Alemania y la URSS que se salda con victorias momentáneas para tranquilizar al espectador frente a la gravedad de la conspiración y la hostilidad inminente gracias al rearme alemán, cerca de Moscú... 

La serie, adadtación de las novelas Sombras sobre Berlín (2008), Muerte en Berlín (2009) y Un gánster en Berlín (2010) de Volker Kutscher, compite de tú a tú con las historias de corte norteamericano. De muy buena calidad técnica y ambientación en su iluminación expresionista y decorados, dinámica y bien interpretada, la intensidad radica en el resultado. Se diluye el proceso, lo críptico, lo que se murmura, lo ininteligible, el silencio, el contraste social y moral, el miedo y la exacerbación del instinto en acciones algo manidas. Aún así, si se tiene en cuenta que Alemania, y sus cadenas de televisión, tampoco se libran de ciertos patrones (planos, iluminación, montaje) que se han impuesto en el sector audiovisual, glocal, se agradece otra mirada y que se dé espacio a un período denostado en favor de la espectacularidad de la conflagración bélica. 

Recibida la alerta de los creadores, “Continuará” tiene tanto que ver con otra temporada como con lo que sucede con el auge de la extrema derecha en los países más poderosos del mundo. Indefectiblemente, y en reconocimiento de los hechos históricos, Babylon Berlin juega a ganar el premio de consolación, una ficción que jamás superará la tragedia real.