jueves, 23 de septiembre de 2021

¿Y quién limpiará al limpiador?

 

BAC Nord (Cédric Jimenez, 2021)


Greg Cerda (Gilles Lellouche), Antoine (François Civil) y Yass (Karim Leklou) forman un trío de colegas policías destinados a vigilar el norte de Marsella. Pertenecen al BAC Nord, una brigada que cumple con el cupo ejerciendo de matones sobre mindundis que trapichean con tabaco, tortugas, chocolate o yerba. Yass está casado con Nora (Adèle Exarchopoulos), también policía y embarazada que, en esta cinta, menos mal, no hace esas cosas con los labios.


Antoine tiene una confidente, Amel (Kenza Fortas), y Greg, que fuma como un carretero cigarros de contrabando, cree en su amigo y superior Jerome (Cyril Lecomte), quien les plantea la posibilidad de ascender y salir de las calles si dan con la cueva de la droga en el barrio más peligroso de la ciudad. Amel acaba confiando en Antoine a cambio de unos kilos de marihuana, pero Jerome les impide utilizar la decomisada, por lo que tendrán que apañárselas para llevar a cabo la operación. Hasta aquí puedo leer para no hacer spoiler, pero piense el lector que en asuntos turbios menudea la gran política, hábil en estratagemas ocultas e hipocresías varias para acceder al votante.


BAC Nord, que está basada en hechos reales acontecidos en 2012 y que cuenta con la participación especial de Manuel Valls, no es una película de policías al uso, si no de marionetas en manos del sistema. La agresividad, salival y en un francés sincopado, confiere gran parte del vértigo y de la adrenalina que insufla el film. El resto lo pone la injusticia y la traición. Sin embargo, y a pesar del papelón de los tres protagonistas, se echa de menos verosimilitud. Demasiado bandana de postal. La película se deja ver bien, pero queda lejos del caos y del pánico que inspiran Ciudad de Dios (Fernando Meirelles y Kátia Lund, 2002), Gomorra (Mateo Garrone, 2008) o La virgen de los sicarios (Barbet Schroeder, 2000).




viernes, 17 de septiembre de 2021

Bachelard para bachilleres

 

Nunca es tarde si la dicha es buena...

Gaston Bachelard, falsacionista, propenso a un cambio de paradigma y constructivista, dice que «la opinión piensa mal; no piensa; traduce necesidades en conocimientos. Al designar a los objetos por su utilidad, ella se prohíbe el conocerlos. Nada puede fundarse sobre al opinión. Ella es el primer obstáculo a superar». Otro, no ceder ante el empirismo burdo porque “frente a lo real, lo que cree saberse claramente ofusca lo que debería saberse”. “Tener acceso a la ciencia es rejuvenecer espiritualmente [¿acaso un oxímoron, como un hielo abrasador?], es aceptar una mutación brusca que ha de contradecir a un pasado” (Boeglin, 127).


Referencias

Boeglin, Martha. Leer y redactar en la universidad. Del caos de las ideas al texto estructurado. 2007, editorial MAD.







miércoles, 15 de septiembre de 2021

Remate

   Dice Tácito (Eslava Galán, 2002:56), “es propio de la naturaleza humana odiar al que se ha ofendido”. 


Referencias

Eslava Galán, Juan. Historia de España contada para escépticos. Planeta (Historia y Sociedad), 2002.

Big Time

 

Big Time: la gran vida de Perico Vidal. (Ordoñez, 2014)


Este libro no es una película pero como si lo fuera. Después de todo un film surge de un guion y éste de una idea y ésta de...

Perico Vidal nació en Barcelona durante el estallido de la Guerra Civil. Hijo de un padre rico al que no conoció y gran bebedor, ambas cosas le abrirían las puertas del cielo. Aunque lo primero implica tristeza, la generosidad del progenitor, quién sabe si por cargo de conciencia, le supuso una educación avanzada en maneras e idiomas en el extranjero cuando en España imperaba el terror reaccionario nacional-católico. Eso mismo, la educación y el codearse, propició que contactara, trabajara y conociera a gran parte de la Gauche divine barcelonesa y del Star System hollywodiense de los cincuenta hasta principios de los setenta. Amigo de Sinatra, de Lean, de Vadim o de Marquand, su vida suena a viaje interestelar en tierra de gañanes a la fuerza. Lo segundo, la exageración y la sed, le supuso un calvario que se inició con el divorcio de Susan Diederich, la rehabilitación posterior, el abandono del oficio y la consecuente quiebra económica. Cualquiera que haya saboreado la gracia de hacer cine y de creer en él sabe cuán duro es el ostracismo. Supongo que Alcóholicos Anónimos también.


Aventura salgariana, trepidante, glamourosa, salpicada de riñas, anécdotas e irreverencias, como los deslices de Ava Gardner en los tablaos madrileños Olé!—, el texto atrapa y emociona. A ambas cosas contribuye el testimonio de Alana, la hija del protagonista. Pero además de olisquear a mitos encumbrados del celuloide, abraza la vitalidad de Perico Vidal en un ambiente opresivo que apuntaba a lo contrario, rememora cine y jazz mayúsculo, y transmite fe en algo. Sobre todo en farras y sana diversión, pero también en el trabajo del sector, hoy tan abundante, profesionalizado, preciosista y cientifista que roza lo vulgar. Sin duda, Ordoñez, entusiasta de los 60 y persona de ver, callar, anotar e interferir poco en el relato ajeno, le da la gracia que esta microhistoria necesitaba.


Referencias

Ordóñez, Marcos. Big Time: la gran vida de Perico Vidal. Los libros del Asteroide, 2014.