martes, 5 de octubre de 2021

Varios días después

 

El día después de que la película rumana Crai Nou/Blue Moon (Alina Grigore, 2021) ganara la Concha de Oro, Carlos Boyero, alineado con el SSIFF (San Sebastian International Film Festival), defendía la presunción de inocencia de Johnny Depp. Faltaría más. La propagación mediática de su problema conyugal tiene interés crematístico, persiste en la rumorología, invade la privacidad ajena, y nos hace partícipes de un juicio. Sin embargo, me pregunto si esa apología acérrima sobre Depp se mantendría si éste fuera, por ejemplo, José Javier Arizcuren Ruiz, “Kantauri”, y se diera el caso que, además de asesino, fuera buen actor. Menudo dilema, ¿verdad? Boyero, harto de la mediocridad de los Festivales, habrá pensado en ello, como lo ha hecho el SSIFF, aunque se plieguen a lo que diga la Justicia, esa laguna estigia dónde sí importa quién eres, de dónde vienes y cuánto tienes.


La estrategia llevada a cabo por el SSIFF es inteligente al asegurar a la directora georgiana Dea Kulumbegashvili la presidencia del jurado de la Sección Oficial para compensar la presencia de Depp. Un refuerzo a la opinión del Festival a través de una película feminista de denuncia. Un doble juego que clarifica la oposición de la organización y la del consistorio, claro frente a la violencia de género y su posición preventiva ante la posibilidad de que el caso Depp tome un rumbo desagradable. Al mismo tiempo, el actor expande la marca del Festival y de la ciudad. Todos contentos hasta que se demuestre lo contrario. Sin embargo, el truco funambulista no convence a la crítica, que, otra vez, pone a parir al jurado.


Feminismos aparte, Maixabel (Icíar Bollaín, 2021) presentó una propuesta sobre la redención que quizá no guste a todos los vascos —¿quiénes son?. El rencor, la cabezonería, el racismo y la ignorancia permanecen. José Luis Rebordinos lo sabe y puede que por eso quisiera quitarle hierro al asunto al apuntar, en una entrevista, que la película de Bollaín no necesita vender y que la rumana visibilizará tanto a su directora como al cine que se está haciendo en su país. Es decir, juego de malabares políticamente correcto que se basa en, precisamente, cierta forma de cultura de la cancelación, o de censura, de la que Depp y muchos otros se quejan. Las redes han viralizado, democratizado y banalizado un fenómeno que antes solo podían permitirse los medios de comunicación y sus señorías: emitir juicios. Es cierto que es fácil arrastrar la opinión bajo consignas simplistas a toque de clic. Un capítulo de la primera temporada de Black Mirror se centra en este fenómeno y un personaje de Vernon Subutex (Virginie Despentes, 2015), la hiena, también. La metáfora lo dice todo.


Sin embargo, aquí se refiere la eterna batalla padre-madre. A pesar del racismo, el sexismo o la brutalidad, se esgrime la producción genial de algunos hombres y su vínculo con el espíritu y la belleza estética como argumento recurrido de la defensa. Sin ánimo de penetrar en la discusión alta/baja cultura, ¿existe espíritu sin carne? ¿Algunas/os somos “daños colaterales” para que otros puedan manifestar lo que les venga en gana? Puede que alguna cultura de la cancelación no funcione en beneficio del desarrollo cultural, eminentemente patriarcal y positivista, pero sugiere un cambio de paradigma y un toque de atención sobre la expresión y el lenguaje de algunos de sus adalides. El SSIFF, prestidigitador, apuesta por la prioridad social y moral del cine. Estaría bien que este discurso se estirara a lo largo del año para hacer partícipe a toda la ciudadanía. No nos hacen falta alfombras rojas.


Referencias

Belategui, Oskar. José Luis Rebordinos: «Algún crítico que insulta al jurado por el palmarés no le llega a la suela del zapato». El Correo, 27 septiembre 2021, https://www.elcorreo.com/butaca/cine/jose-luis-rebordinos-20210927152235-ntrc.html. Acceso 1 de octubre de 2021.

Francino, Carles. Carlos Boyero, sobre Johnny Depp: "Lo que se está juzgando es su calidad como actor". La ventana del cine, 22 de septiembre de 2021, https://play.cadenaser.com/audio/1632329455287/. Acceso 26 de septiembre de 2021.




Vergüenza (2)



Presenciar la vergüenza íntima del castigado transmite y refuerza la norma. Lo hace como amenaza hacia el resto, pero también porque el grupo se reconoce en la vergüenza infligida al otro como fuente de un placer compartido. El castigo no ha desaparecido nunca. Siempre existe la posibilidad de ser castigados o burlados, y de contribuir, así, con la propia degradación, al refuerzo normativo de la comunidad (Garcés 43).



Ya lo decía Foucault, pero “la vergüenza (también) puede ser una palanca de resistencia, un argumento de recomposición o un impulso hacia una transformación radical”.


Casi retruécano.



Referencia

Garcés, Marina. Escuela de aprendices. Galaxia Gutenberg, 2020.