jueves, 12 de noviembre de 2020

La embestida

 

Hoy al mediodía he presenciado un accidente en el cruce de la calle Urbieta con Pedro Egaña, en Donostia, y soy testigo de lo que ha pasado si se me requiere. En fin, me he acordado del código de circulación, que obliga, y del morbo. Eran las 13.25 aproximadamente cuando un turismo un Audi híbrido, blanco inmaculado y con quince días de edad se metía hacia la calle Pedro Egaña cuando un autobús de Dbus le ha embestido. La cosa suena peor de lo que ha sido pero podría haber sido muchísimo peor si se cruzan unos segundos antes.


Yo venía de Amara Nuevo e iba al Koldo el templo, micaaasa, LA biblioteca de San Sebastián— cuando he visto al turismo hacer amago de meterse en Pedro Egaña. Veinte metros después un bus venía por Urbieta a buena marcha con el chófer dando bocinazos para que el otro, que ya lo tenía difícil, reaccionara. Sonido, velocidad, huevón al volante, impacto. La policía municipal, cuyas dependencias se encuentran en la antigua fábrica de gas, a cinco minutos máximo en coche del lugar del siniestro, ha tardado media hora de reloj en llegar. Bueno, tampoco corría la sangre.


Al haber visto el incidente —desde al lado de una cabina de la ONCE— otra chica y yo nos hemos quedado como testigos. El chófer durante todo ese tiempo no ha hecho ningún amago de acercarse a los damnificados pero ha conseguido subirse los pantalones sucios, ponerse la camisa por dentro y hacer alguna foto puesto que el conductor del turismo se ha negado a desplazar su vehículo. Por fin ha llegado la policía. Nos ha tomado los nombres y por la tarde me han llamado para verificar mi nombre y solicitarme en caso de que fuera necesario. Yo, que tengo memoria de pez...


Cuando he podido irme, dejar el libro en el Koldo y emprender el camino a casa he reflexionado sobre Rashomon (Akira Kurosawa, 1950), la verdad, la culpa y me ha dado tiempo en erigirme testigo principal y juez acompañado por el rumor y el balanceo de las olas mientras cruzaba la Concha.


El informe


Desde que se modificó el carril bus en la calle Urbieta, alguien con peso y profundidad en el consistorio decidió borrar la línea discontinua que permitía a los turismos meterse con autoridad en el carril bus para acceder a Amara Viejo o volver al centro. Ese “borrado” o línea continua da prioridad a los buses pero el giro a la derecha sigue estando permitido pese a un espacio muy restringido que obliga a detener al resto de automóviles que van detrás del que va a girar en una de las arterias de salida principales de la ciudad. Además, los vehículos que quieren acceder a esa calle han de prestar atención —algo que el conductor del turismo no ha hecho del todo pues reconocía no haber mirado por el espejo retrovisor— por si viene un autobús embalado, como ha sido el caso.


Sin embargo, el bus iba con gente y el chófer ha tenido que decidir entre un frenazo fuerte y sin impacto o frenada prolongada y impacto medio fuerte que, en todo caso, a él no le iba a perjudicar demasiado porque su vehículo era el grande y el que llevaba velocidad. Pero, antes de hacer sonar el claxon ha tenido que ver cómo el turismo giraba y ya tenía parte invadiendo su carril porque el golpe, que no sé si lo he comentado, ha sido en la rueda trasera derecha del turismo. «Buf, a ver si se ha movido el eje...», le decía al dueño... Luego parece que el “culpable” es un cúmulo de circunstancias que los seguros dirimirán. Si le dan la razón al conductor del turismo Dbus deberá hacerse cargo y si no, y no es tan difícil que eso ocurra, se lo comerá con patatas. Mientras cavilaba todo esto he vuelto a darme cuenta de lo pequeños que somos, le digo al tribunal.




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